jueves, 9 de junio de 2011

De indignados y resignados

Juan Melgar


Entretenidos en la tradicional actividad de nadar de muertito mientras se besa la forjada, los habituales que llegan al aguaje semiclandestino conocido en el bajo mundo porteño como Los 7 Pilares escuchan a un tipo (trajeado, encorbatado, zapato de charol, peinado de raya en medio, diente de oro, leontina pendente de chaleco garigoleado) que despotrica contra los jóvenes:

--¿Qué es eso de acampar en sitios sagrados para obligar a los gobernantes a escuchar sus majaderías? Son lacras de la civilización occidental, bárbaros que no bebieron educación en la leche materna, hoy portaestandartes de la ruindad que nos acecha. Si para eso ha de servir la libertad de expresión, tendremos que prohibirla.

De ese pelaje va el fraseo que el relamido sujeto va hilvanando en el ágora de los sin tarjeta de crédito ni segunda camisa. Llegó disparando forjadas a la concurrencia, y ya que cada parroquiano aperingó su gorda ampolla ambarina se soltó el discurso en contra de las nuevas generaciones. La tribu lo dejó correr a ver hasta dónde le alcanzaba la viada, pero como empezó a patinar y repetirse con aquello de la ausencia de valores, la carencia de moral, la falta de principios de la cristiandad y etcétera, no faltó quién, entre la tribu de muertosdehambre le preguntara acerca de qué o quiénes le traían el hígado tan retorcido.

--Pues los que acampan en la Puerta del Sol, y que se dicen indignados porque el presidente, los gobernadores, diputados, senadores, jueces y partidos políticos conforman todos una mafia que ejerce el poder en nombre y representación de los ciudadanos, cobrando por ello grandes fortunas, y permitiendo que el desempleo, el crimen y la impunidad se enseñoreen en el país.

¿Y dónde queda esa tal Puerta del Sol, amiguito? Pregunta El Bolas, joven geógrafo de El Calandrio.

Pues en Madrid, España… ¿No lees la prensa, acaso? ¿No te interesa lo que en el planeta sucede? ¿Pues en qué clase de tugurio infecto he caído? ¿No es ésta el ágora, el Hyde Park chollero, donde la neurona bulle y la palabra libre reina?

Nadie responde. Todo mundo se prende del gollete de su heladísima forjada y todo mundo sigue nadando de muertito. Los indignados (han de pensar) acampan allá. Por acá no parece haber indignación alguna. No señor.

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