viernes, 5 de febrero de 2016

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917 cumple 99 años de vigencia, ¿celebramos o la modificamos?









*David CONTRERAS

Una Constitución es una carta fundamental que reconoce y garantiza un amplio catálogo de derechos humanos y contiene los principios básicos de la organización del poder público y político. Esta definición puede desprenderse del artículo 16 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, que dice: “Toda sociedad en la cual no esté establecida la garantía de los derechos, ni determinada la separación de los poderes, carece de Constitución”.

Nuestra Constitución Política de 1917 es una de las constituciones más longevas del planeta, aunque ha sufrido múltiples reformas que prácticamente eliminaron el texto original discutido y aprobado por los constituyentes en Querétaro el 5 de febrero.

Este día siempre será especial para reflexionar sobre nuestra Constitución, en el cual debemos hacer un balance de dónde estamos y a dónde queremos ir.

Por lo pronto podemos guardar el vino y dejar de celebrar. Estamos viviendo una crisis económica y social tremenda, pero sobre todo una enorme crisis política que trastoca todo el diseño institucional derivado principalmente de la corrupción.

Sin embargo, lo que sí podemos hacer es plantearnos la siguiente pregunta, ¿es momento de modificar la Constitución? De entrada yo pienso que sí, pero por la falta de legitimidad en la toma de decisiones políticas, lo más conveniente sería dejarla en esencia como está actualmente.

No obstante lo anterior, creo que es necesario hacerla pedagógica para todos los ciudadanos, es decir, darle un orden y sentido a la Constitución para hacerla más comprensible y, que al mismo tiempo, sirva como un programa educativo hacia el futuro.

La realidad social nos alcanzó desde hace mucho tiempo y debemos, en principio, restructurar nuestro pacto político para hacerlo más acorde a nuestros ideales actuales y, ante todo, para resolver los nuevos problemas a los que nos enfrentamos.

Me parece que hacer esta modificación al marco constitucional es urgente. Creo que en mediano plazo cumpliría un doble propósito: los ciudadanos entenderíamos mejor el significado y la importancia de la Constitución y, por otra parte, en el ámbito judicial nos ayudaría a interpretar mejor su contenido y hacerla más efectiva.

Siempre me gusta recordar una frase de Norberto Bobbio, en la cual dice que hemos logrado establecer nuestro tiempo de los derechos, pero también el tiempo de su más profunda e intolerable desigualdad. Y la verdad es que, lamentablemente, tiene razón.

Quizás modificar y restructurar la Constitución sea el primer paso para combatir estos males que tanto nos afectan. Si esto se realiza pronto, estoy seguro que nuestro futuro estará más claro en los próximos años. Valdría la pena intentarlo.

*Licenciado en Derecho por la Universidad Mundial. Servidor Público del Poder Judicial de la Federación.

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