lunes, 4 de julio de 2011

De proyectos y búsqueda

Juan Melgar

Estamos los sudcalifornianos, desde que somos estado, metidos en una búsqueda: la de construir el andamiaje de la patria chica que queremos. ¿Es esto posible? ¿Se puede diseñar el solar conforme a un plan? Si configuramos los rieles de su economía..., ¿incidimos en el resto de su ser social?

Parece haber asuntos que rebasan nuestras posibilidades de planeación. Los soviéticos pretendieron construir el paraíso socialista que daría a cada quién según su necesidad y terminaron creando una casta de burócratas que parasitó a la clase que decía representar y en nombre de la cual gobernó con el terror. La revolución cubana quiso dejar de ser el congal del imperialismo yanqui, pero las putas siguen trabajando en el malecón habanero, aunque Cuba sea una potencia mundial en medicina, educación y deporte. (Aclaración: la de las güilas es una profesión que debemos respetar, aunque no la ejerzamos).

Los planes de desarrollo pueden ser un buen material para campañas políticas y hasta para que los gobiernos justifiquen su accionar organizado, coherente y previsible durante un sexenio, pero no constituyen un proyecto colectivo, común, de vida social, en el que se combinan desarrollo económico con justa distribución de la riqueza, paz social, armonía con el entorno y disfrute masivo de los bienes culturales.

¿Entonces? No hay recetas. Cada pueblo debe encontrar sus propias vías sin vulnerar el pacto que los une con sus iguales. Las claves de ese antiguo enigma pudieran tal vez ser develadas por los mejores entre nosotros: los poetas muertos.

Necesitamos un proyecto nacional más humilde, aconsejaba Octavio Paz.

A la versión porfirista de patria (pomposa, millonaria) López Velarde le oponía otra, más íntima y modesta, pero más preciosa.

Por esta ruta deberemos transitar, quizá, en la búsqueda de la Sudcalifornia que queremos.

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