Por: David CONTRERAS
Imaginémonos una
sociedad justa, en donde la seguridad pública es un éxito, en donde la
educación es el pilar y la base de todos y cada uno de los habitantes del País,
en donde tú y yo podemos gozar de nuestros derechos y libertades, y, en la cual,
las instituciones son garantes y máximos protectores de nuestros derechos
fundamentales. Hoy por hoy, con las condiciones que vive México, sabes que
resultará difícil mas no imposible lograrlo. Creer que es imposible, sería como
cavar la tumba de todos sin haber intentado nada para rescatar al País. Lo
cual, sería lamentable. Te deprimes.
Sin embargo, enciendes
por la mañana el televisor, y miras que otra vez ejecutaron a 35 personas en Chihuahua,
10 en Tijuana, 25 en Nayarit, etcétera. Prendes la radio por la tarde, y
escuchas que el sindicato de maestros de la Señora Elba Esther Gordillo se
opone a las reformas estructurales para lograr por fin una educación de calidad.
Entras al facebook y lo primero que vez te sorprende. Es una etiqueta de tu
amigo que contiene diversas imágenes de tu próximo Presidente a la República de
la mano de un narcotraficante. Parecen muy felices, piensas. En twitter, miras
una publicación que dice: “perdimos la lucha contra la delincuencia organizada”.
Sabía, refutas.
Entonces te
preguntas, ¿por qué vivimos en un País así?, ¿por qué no tenemos una educación
de calidad?, ¿por qué las instituciones no hacen justicia?, ¿por qué no se
respetan nuestros derechos humanos? Etcétera.
En fin, de lo único
que estamos seguros, sostienes, es que el problema no sólo es de las
instituciones y nuestros gobernantes, sino de todos los que conformamos la
sociedad. Si queremos cambiar, argumentas, tenemos que empezar por nosotros
mismos. Tenemos que dejar de ser habitantes apáticos, y convertirnos en
ciudadanos participativos y democráticos, conscientes de nuestros actos y sus consecuencias. Debemos conocer nuestros
derechos y obligaciones, y las instituciones que los protegen o exigen. Asimismo,
la familia como primer elemento y el Estado como segundo vinculante, debe
infundir y garantizar educación de calidad. Eso es muy importante, dices. Si
somos conscientes y educados, seguramente reduciríamos los altos índices de
corrupción y sus efectos colaterales que tanto daño nos hacen. Pero eso no es
todo, agregas. Tenemos que tener leyes de calidad que permitan dar certeza
jurídica, y eso solamente se logrará, si contamos con una técnica legislativa
eficiente. Esa es la única forma que conozco hasta el momento para construir
sociedades justas. Supones. Valdría la pena intentarlo, hoy es el día.
Exhortas.
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